domingo, 18 de marzo de 2012

PORTADA "PUEBLO VIEJO" - LA OSCURA VERDAD-PARA EBOOK

Descripción:


“PUEBLO VIEJO”- (La oscura verdad):


“Extraños sucesos de tipo paranormal están asolando la humanidad, personas misteriosamente desaparecidas, entes que acechan familias, deseos sorpresivamente concedidos, la búsqueda de la inmortalidad y la aparición de seres malignos similares al más oscuro mundo onírico, donde el tiempo y el espacio alteran irremediablemente la realidad de once historias que conducen a un misterioso destino. Trascendiendo los lindes de la razón”.


De tal modo que los personajes revelan sus miedos y carencias, nos muestran angustiosos cuestionamientos hacia la vida. Emociones que tiene la finalidad de permitirnos entender su accionar al ser confrontados con hechos o sucesos inexplicables que transcienden lo sobrenatural.


En Pueblo Viejo, la estructura literaria no es convencionalmente la de una novela, ya que los once relatos que componen el libro no constituyen capítulos de un continuo narrativo de tiempo, ni de espacio.
Sin embargo para el lector esto le va a demandar el hallazgo de una historia como parte de otra historia que será guiado, poco a poco hacia una idea final.

Capitulo I - El Viajero



El  VIAJERO

Habían  pasado años, un siglo para ser exacto, su alma y sus manos manchados de sangre están, aunque él intenta ocultarlo. Viaja por la vida sin rumbo, no obstante su mirada denota su horrendo destino, pero ahora busca algo más sagrado, la esencia pura del llamado ”amor” que es tan huidizo como su propio ser.
Él,  la percibe cerca como aquella  rosa que yace entre sus dedos y mientras acaricia sus pétalos, el aroma que emana de aquella delicada flor le invita a seguir buscándola…¡sin importar el tiempo!.

Las imágenes de un avión precipitándose al océano y ella saliendo despedida de aquella máquina infernal, provocaban que despertara con el rostro desencajado y gritando como si le sacaran las entrañas. Ese horrible sueño se suscitaba  no tan seguido pero no por ello dejaba de molestarla. Jennifer se frotaba la cabeza y la sacudía como queriendo olvidar aquella triste pesadilla. Este sueño era consecuencia del trauma que le produjo la pérdida de su familia en un accidente de aviación, quedando totalmente sola, siendo criada desde  entonces por una anciana tía.
Habían pasado treinta y cinco largos años. Jennifer era una mujer de estatura alta, cabellos castaños con risos, que jugueteaban alegremente creando un marco ondulante sobre su  rostro blanco y redondo.
Saltó de la cama como si tuviera resortes en los pies. Tenía muchas cosas que hacer. El reloj marcaba las diez de la mañana y como siempre era su hora preferida para levantarse; la pequeña empresa que había emprendido le iba muy bien, el ser su propia jefa tenía sus recompensas como el levantarse a esas horas. Se lavó y vistió rápidamente; elaboraría algunos presupuestos y los enviaría por email, antes de verse con Fabricio su novio a las; 3:30 pm; como habían acordado antes de que él volviese al trabajo; abrió la puerta principal  de su departamento,  bajó por el ascensor mientras  tarareaba la música de fondo  y se  perdió en la compleja calle manejando su auto.
–“¡Bendito tráfico!”–murmuraba molesta e inquieta, mientras tocaba la bocina del auto con insistencia.
Después de estacionarse caminó hacia el lugar donde Fabricio debía esperarla. Las calles del centro de la ciudad no habían cambiado por completo. La ciudad de Lima fría y húmeda le traía a la memoria muchos recuerdos; cuando de niña jugueteaba pisando los charcos que la garua dibujaba caprichosamente sobre la dura vereda, mientras sus padres la regañaban suavemente. Involuntariamente despertó de sus acaramelados recuerdos al tropezar con otra persona.
–¡Disculpe usted!–  exclamó Jennifer, avergonzada.
– No se preocupe –contestó cortésmente, el caballero.
Las miradas se cruzaron. Ella quedó sorprendida por el especial rostro que poseía aquel desconocido. Parece un ángel, pensó con ligereza.
Prosiguió su camino a la  pequeña y cálida cafetería adornada por dentro con cuadros de artistas Norteamericanos de la década de los años 50.  Sentado junto a una ventana, Fabricio la vio venir, levantó la mano y  luego señaló su reloj de muñeca e hizo un ademán de molestia, ella le sonrió como quien se disculpa de la tardanza.
–¡Hola amor!... espero que estés bien, le dijo con dulzura.
El mozo trajo dos cafés tan negros como los ojos de Fabricio. El aroma seducía su olfato bebió un sorbo y se deleitó al saborearlo, conversaron un poco de todo hasta que ella le interrumpió ansiosa.
–¿Cuéntame, cuál es la sorpresa que me querías dar?
–Pues nada más y nada menos que esto ¡tarammmmmmmm! –Canturreó extrayendo  del bolsillo interior del saco dos pasajes.
–¡Nos vamos de viaje¡– Gritó  alegremente.
El viajar con Fabricio era tan difícil por su horario de trabajo en el hospital. Ser médico no era nada fácil pero por fin se haría realidad las ansiadas vacaciones. El  rostro de Jennifer se desencajó y la seriedad absoluta como quien recibiera pésimas noticias se hizo presente.
–Sabes que  tengo mucho temor de viajar en  avión–  dijo ella.
–Jennifer, por favor, no dejes que cosas del pasado empañen nuestros planes.
–Yo puedo viajar en cualquier medio, mientras las cuatro ruedas del transporte pisen tierra– agregó, Jennifer
–¡Es un viaje a Francia por dos semanas! – exclamó, entusiasmado, el novio.
–Fabricio…por favor déjame pensarlo –suplicó tiernamente, mientras acariciaba el rostro de su amado y cambiaba de tema.


Aurus, se dirigió lentamente hacia aquel sagrado lugar.
Sus piernas temblaban con cada paso que daba, mientras sudaba frío, la visión por momentos se le nublaba, pero, nada impediría que cruzara aquel umbral, de pronto se percató que el gran portón de madera delicadamente tallado estaba siendo cerrado por un viejo portero y antes de que este terminará su labor, AuruS le dijo:

–¡Disculpe señor preciso entrar!– , exclamó desesperado.
–Lo siento joven, ya estamos cerrando. –Contestó el anciano .
–¡Sólo necesito un momento! –suplicó.       

El viejo portero se quedó meditando por unos segundos mientras pensaba. “Dios no se molestará conmigo si cierro la iglesia con unos cuantos minutos de retraso”.
Luego observó al extraño hombre y asintiendo con el rostro, le permitió pasar por unos instantes, pero no entendía porque la presencia de aquel desconocido le provocaba escalofríos. Más aún le pareció ver que sus ojos azules se tornaron de color del fuego, el viejo guardián asustado decidió alejarse y dejarlo solo.
AuruS podía percibir cómo las imágenes de los santos lo observaban incrédulos en su recorrido hacia el atrio principal… De pronto el susurro de miles de voces torturaron su cerebro, como si fuera el zumbido de una gigantesca abeja. Cayó de rodillas al llegar a su destino,  sólo atino a gritar mientras observaba la inmensa cruz  de plata que se ubicada encima de atrio:

–¿Por qué cumple lo deseos de un ser como yo?
¿No logro entenderte?...Me haz concedido la dicha de poder encontrarla.¡, ¡pero no por ello, actuaré de acuerdo a tus mandamientos!.

De inmediato un calor sofocante invadió su cuerpo, cerró los ojos, extendió sus brazos de lado a lado y empezó a levitar a una altura considerable.
Sus piernas seguían en la misma posición como si continuara arrodillado.
Sintió cómo su cuerpo era lacerado por alguien o algo, utilizando un látigo invisible de fuego sabía que tenía que pagar el precio por ingresar a un lugar prohibido para él.
Aurus sólo atinó a continuar con los ojos cerrados esperando que el dolor se disipara y que sus heridas dejaran de sangrar, un viento fuerte irrumpió en aquel lugar. Luego se arremolinó ante él tornándose de un color gris, donde emergieron dos enormes brazos que sujetaron a AuruS desde su pecho y trataron de sacarlo a la fuerza de aquella iglesia. El cuerpo de él parecía estar anclado en el aire; los susurros aumentaron escuchándose a las miles de voces decir:  –¡Sal de allí!, ¡vuelve AuruS!...¡Vuelve, todavía hay mucho por hacer!

En vano fueron los esfuerzos para sacarlo de aquel lugar, al cabo de unos segundos la misteriosa energía se alejó en forma de un suave viento.  AuruS descendió lentamente como si alguien lo depositara al suelo con extrema suavidad, él abrió  los ojos y una fuerte pero cálida  luz lo iluminó, llenándolo de paz, luego  escuchó una voz que decía:

“Aplaca tu ira AuruS, sólo así encontraras la paz que tu corazón tanto anhela, deja que el amor sea tu brújula y así,  te  liberarás  de tus cadenas”.

–¡Siempre le seré fiel a mi  oscuro pasado, a la oscura verdad que me envuelve! –respondió enfadado AuruS.

–¡Entonces estarás eternamente atado a tu condena!... No me culpes de tus acciones. Conozco muy bien tu alma… AuruS utiliza tu libre albedrío y libérate.

–¡Dios, contesta a mi pregunta!– ¿Por qué cumples lo deseos de un ser como yo?, sabes que al encontrarla seguiré con mi propósito…¿Qué esperas de mi? –sólo el silencio contestó.


La tibia luminosidad cesó; AuruS supo que tenía que marcharse y continuar con su destino, se dirigió al exterior pero antes de cruzar el umbral que lo alejara de aquel sacro lugar volvió a sentirse mal. La respiración le faltaba, su corazón parecía querer estallar, la piel le quemaba, entonces trató de tranquilizarse.
Siguió su  camino sin mirar atrás,  simplemente musitó un suave…¡Gracias!  
Cruzó el gran pórtico, sus ojos dejaron caer largas lágrimas llenas de felicidad y de amargura cuyo tono grisáceo se fundían con el frio pavimento. ¡su búsqueda había terminado!...¡por fin la había encontrado!. Sus fuerzas volvieron a él, el dolor corporal se desvaneció, suspiró profundamente mientras observaba y acariciaba aquella marca sobre su mano derecha. en forma de letra “D” que parecía habérsela hecho con un hierro candente, pero más allá de la apariencia, él sabia que de la pequeña marca pendía su destino.
Abotonó su abrigo negro que se aferraba a su cuerpo, como si fuera su propia piel y siguió su camino confundiéndose con la multitud de gente de aquella hermosa ciudad peruana.

Los nervios la estremecían por momentos, su cuerpo se paralizaba allí mismo frente a la escalera de abordaje, pero al mirar a su novio quien la guiaba tiernamente por la cintura sintió la fuerza que le faltaba para seguir adelante con lo planeado. El avión despego sin novedad, ella respiraba profundamente y exhalaba fuertemente mientras observaba las bellas nubes que parecían tener mil formas. En otro tiempo hubiera jugado y fantaseado con ellas pero el miedo solo le hacían desear ,con todas sus fuerzas que el avión aterrizara ¡ya!
– Cariño relájate por favor.– la calmó Fabricio.
–Más relajada no puedo estar –contestó ella, tratando de darse confianza.
– Falta media hora para llegar… todo está bien.
–Sí, pero  me regreso en barco.
–Ya veremos, replicó sonriente, Fabricio.

Los minutos pasaban largamente, cuando un fuerte sacudón hizo latir  su corazón a mil por hora, un motor del avión explotó...¡el avión se precipitaba al suelo!. Se aferró a su amado, gritando histérica: ¡te lo dije!....¡por favor no me dejes! Él la protegió con sus fuertes brazos como quien protege a una niña colocando su rostro sobre ella.
Todo estaba de cabeza en un espiral infinito; los asientos, las personas, los fuertes golpes casi le hicieron perder la conciencia; de repente el avión se partió en dos, El fuerte aire no le permitía respirar, los gritos de los pasajeros se entremezclaban con las súplicas de un niño, los rezos de un anciano cogiendo el crucifijo que colgaba de su cuello, Ella sólo se aferraba de la mano de su amado apretándolo como si diera un voto de no separarse jamás. Sin embargo ,esa unión fue interrumpida por la fuerza  de la caída haciendo volar el asiento de Fabricio. Sus miradas mutuamente aterradas y el unisonó grito de ¡nooooo! Se perdieron en la eternidad. Fabricio se volvió un pequeño punto y desapareció.
De repente otra fuerza insaciable de muerte sacudió su cuerpo como un frágil insecto, raptándola por los aires hacia el vacío mortal; cerró los ojos y  los abrió cuando sintió unas manos que cogían la suya, una voz cálida que  le decía:
–¡Todo está bien,  yo te salvaré!
“Es un hombre o  un ángel”, pensó por un instante; quiso apartar la mano pero sintió  la seguridad de que entre tanta tragedia, algo bueno sucedería; además, su rostro le parecía conocido… El esfuerzo de tratar de recordar y el saber que cada vez más rápido se dirigía a su muerte le hizo perder el conocimiento. Despertó aterrada en su cama; su corazón se sacudía ferozmente.
–¡Era un sueño!,—¡un maldito sueño!, se dijo molesta y a la vez feliz; su pulso volvió a la normalidad al ver su cuarto el reloj que marcaba las diez de la noche. Se levantaba para abrir las cortinas, cuando vio que no estaba en pijamas; era la ropa que usó para el viaje: tenía la blusa manchada con el refresco que Fabricio bebió en el avión. Su respiración se entrecortó, mientras escuchaba a sus espaldas una cálida voz.:– “¡Efectivamente, no es un sueño!”
Corrió a refugiarse y luego retrocedió lentamente topando sus manos temblorosas con la pared.
–¡No me haga daño! ¿Quién es usted?
–Cálmate, el avión se destruyó pero estás a salvo. Es lo más importante.
–¡Quien es usted!–  gritó rabiosa, Jennifer–,¿cómo entró aquí?
– Soy quien te salvó de esa cruel muerte; es difícil de explicar y sé que sonará increíble.
“Mi misión es salvar vidas por toda la eternidad llevándolas  a un lugar seguro, fuera de este tiempo y espacio; como comprenderás… ¡no te puedes quedar!, ya que para este tiempo tú estás muerta. Si te quedas nunca podrías explicar cómo llegaste aquí, lo peor  es que en pocos minutos tu mente colapsaría sumiéndote en la locura”.
–¿Y por qué a mí?...,¡debo seguir soñando! –gritó desesperada, Jennifer.
–¡Tu no eres la única!, vengo salvando  la vida de muchas personas a través de mi existencia– replicó el extraño.– Te reitero que  no es un sueño; te libré de la muerte, a cambio  te pido que me acompañes a tu nuevo hogar, pero tiene que ser por tu propia voluntad.
Él encendió la televisión, ella observó  las imágenes del avión siniestrado ocupando las noticias de la mañana.
–“ ¡Ningún sobreviviente!” – decía el presentado.
Jennifer  lloró desconsolada nombrando a Fabricio(el amor de  su vida había sucumbido  en el accidente y con él se fue la ansiada ilusión de formar una bella familia).
–No llores, le dijo acercándose aquel hombre, mientras realizaba  el esfuerzo de levantarla. Tu novio  está a salvo. Ella, sin embargo, le demandó a que le, dijera dónde lo tenía.
–Le salvé la vida… él está en el espacio y tiempo que le corresponde, inmediatamente ante ella se proyectó una fantasmagórica  escena en medio de su cuarto en la que Fabricio sentado en un extraño lugar,  sosteniendo una taza de café, mientras su mirada se perdía en la caliente bebida dijo: –“ ¡Jennifer, te estoy esperando!”…,” ¡ven a mi amor!”
El ” ser”, tan hermoso como un ángel, la miró a los ojos estremeciéndose de emoción, por fin la había hallado entre tanta gente; Jennifer desde ese momento se convertía  en un ser muy especial y junto a ella continuaría cumpliendo su eterna misión.
Por momentos quería decirle que era la única que había logrado brotar un sentimiento de pureza en su alma, deseaba protegerla con desesperación, un suspiro  brotó sólo de sus labios y  dijo:
–¡Mi nombre es AuruS!...¡no te preocupes yo te conduciré con tu amado!– estiró entonces su mano invitándola a tomarla, Jennifer lo reconoció. Era aquel tipo con el cual se había tropezado en la calle algunos días atrás y que le llamo tanto la atención, el mismo que en el momento del accidente se le apareció.
–¿Sabias  que  este accidente ocurriría?
–¡Si lo sabia!–  contestó acongojado el desconocido, pero no puedo intervenir, hasta que ocurra el accidente… ¡lo siento mucho!
Bajó la mirada Jennifer por unos segundo, mientras  se preguntaba– “¿Qué puedo hacer?”… “¿debo confiar en aquel desconocido?”…“¡No tengo a nadie en este mundo!”.., ¡ni nada que perder!. Ella tenía que estar con el amor de su vida en  cualquier tiempo en cualquier lugar. Las palabras de Fabricio retumbaban en su cabeza:
–“¡Te estoy esperando!”… “¡ven a mi amor!”…, El dolor de  perderlo la despedazaba. Sus ojos cubiertos de lágrimas casi la enceguecían. Estaba al borde de la locura. Jennifer secó sus lagrimas, trató de calmarse; tenía que tomar una decisión; pasó la mano por su cabellera con los dedos entre abiertos como para peinarse, se acomodó la blusa, alisó su falda;  se reencontraría con su ser amado. Era lógico que se arreglara un poco. Nerviosamente, con una dulce sonrisa y un suave…” ¡acepto! “cerró el trato con aquel personaje enigmático; con la esperanza del recuentro con su amado, cruzó el umbral junto con el misterioso pero bello ser y desaparecieron por completo. Una voz se escuchó en una esquina oscura del cuarto:
–“¡Ay Jennifer!” “¡Si supieras que fallecí en este accidente!” – “Si por un instante…sólo por un instante hubieras visto la verdadera silueta que se dibujaba en la pared, de aquel  hombre”, continuaba  lamentándose la figura fantasmagórica de  Fabricio.

Aquel “viajero” era un ser horrendo, un ente infrahumano que había sabido camuflar su aspecto, dejando por el momento su voraz deseo de devorar la carne humana, aquel ser había tomado cortésmente  la mano de Jennifer para conducirla astutamente a algún lugar desconocido.

El  alma pálida y desolada  de Fabricio se desplazaba de un cuarto a otro buscando “el portal “que lo condujera ante ella,  mientras sacudía su rostro desesperado, gimiendo el nombre de su prometida; continuó así hasta que llegó el alba , los primeros rayos de sol entraron por la ventana  acariciando las cortinas, augurando alegremente el término del triste invierno.
Fabricio sabía que tenía que partir;  lloraba por dentro en un silencio sepulcral como saben llorar las almas en condena. Con el corazón desgarrado lleno de dolor, suplicó al “día” que se marchara rápidamente, fusionándose con la tibia oscuridad, prometiendo antes
de desvanecerse que al llegar la noche con su ansiada penumbra, él volvería a buscarla …¡por toda la eternidad!


Capitulo II - LA SOMBRA


LA SOMBRA


Era ya de noche y sola frente a la ventana de mi pequeña casa, contemplaba la hermosa campiña,  mientras el viento fresco corría por mi rostro y revoloteaba mis lacios cabello. Trataba de que mis recuerdos felices me llevaran lo más lejos posible de este lugar; sólo de esta manera el miedo y el dolor se desvanecería por completo, logrando descansar por unos segundos de aquellos sentimientos que me consumían. De repente me distrajo aquella sombra solitaria que caminaba por el prado: la observaba aparecer y desaparecer con el claro oscuro de los árboles. Llevaba meses deambulando por el exterior de mi casa. Al principio su presencia me asustó, pero al pasar  los días parecía que la sombra se escondía de la gente.
Había sacado  mis conclusiones de que aquella silueta oscura era la de un hombre al parecer joven, de porte atlético, pero su llegada seguía siendo un completo misterio.
El tiempo discurría dejando caer las hojas a la llegada del invierno. Había logrado que aquella misteriosa sombra tenga un trato tácito  conmigo y con mis pequeñas hijas.
Mas él no ingresaría a mi hogar y ellas no  lo molestarían ni indagarían por su llegada.
–“¡Sólo es una sombra perdida!” –me repetía, incesantemente.
Recuerdo cómo fue el primer encuentro con ese extraño ser. Era un caluroso día de enero. La vida en el campo fluía con lentitud. Las niñas se alistaban para ir a la escuela muy de mañana, como siempre las despedía desde el umbral de la puerta principal. Las veía perderse por el serpenteante camino bajando la colina que estaba matizado de abundante  vegetación, cuyo color me  indicaba que la esperanza estaba siempre cerca a mí. El pueblo donde se situaba la escuela se encontraba a siete minutos de distancia del pintoresco pueblecito con casitas  de color ocre , tejados a doble agua, poseía una plazuela central y alrededor de ella la iglesia pequeña se erguía orgullosa. Llevábamos pocos años viviendo cerca de este lugar, conocido exactamente como “Pueblo Viejo”. Felizmente los pueblerinos siempre habían sido gentiles con nosotras sobre todo con mis hijas, Hayde con su carita de rasgos muy finos, los ojos color café y cabellos lacios acababa de cumplir sus doce años, poseía una personalidad reservada en contraste con mi pequeña hija Lucy, quien con sus ocho años de edad sonreía de una manera tan pícara logrando conquistar  los corazones de los aldeanos en especial el de Don Julio quien era un amable señor, de setenta años de edad, quien siempre al verlas  le obsequia pequeñas cosas como caramelos o frutas mientras le dice alegremente –¡sean felices niñas! …¡disfruten de la vida!..  terminaba exclamando
–¡me recuerdan tanto a mis hijos cuando eran niños!.
Como todos los días, ellas,  al llegar a la última curva del camino que lleva a la escuela, voltean el  rostro en dirección hacia mí, moviendo las manitos acompasadas con el vaivén del viento para despedirse con  dulces sonrisas, esas que refrescan el alma y me hacían sentir  satisfecha de mi labor en el hogar,
Les correspondí el saludo adicionándoles un beso que sólo el aire como buen mensajero haría llegar a su destino.
–¡Espero que tengan un buen día! –exclamé alegremente.
Al cerrar la puerta me esperaban la cotidianas labores del hogar lavar platos, ropa, limpiar los cuartos, preparar la comida, ordeñar a las vacas y con ella elaborar el queso que vendería en el pequeño pueblo; con este trabajo no ganaba mucho en contraste con el sueldo de abogada que percibía en la gran ciudad, pero era lo suficiente para vivir cómodamente.
De repente mientras tendía la cama sentí que alguien me observaba. Esa extraña sensación que  empieza como un cosquilleo en la nuca, gire la cabeza rápidamente no había nada seguí extendiendo la sábanas para cubrir el amplio colchón de dos plazas donde yo dormía, de repente la misma sensación el mismo reflejo de voltear rápidamente y no encontrar nada más que la fría y húmeda pared.
–¡Me estoy imaginando cosas!– exclamé sorprendida.
Prendí la radio, –¡un poco de música me ayudará a relajarme!–  dije para calmar mis nervios; baile una romántica canción y cerré los ojos para concentrarme en la letra mientras giraba acompasadamente, pero  al abrir mis ojos caí al suelo  me encontraba aterrorizada y sin emitir ningún sonido, vi parado ante mí una sombra era la de un hombre de porte  atlético por impulso nuevamente mire hacia atrás para ver de dónde provenía, pero no había nadie no sé cómo me levante y salí del cuarto espantada busque algo para defenderme y haciéndome de una escoba regrese en dirección al dormitorio
–¡No sé que será eso, pero tendrá que irse!–  me decía mientras me acercaba lentamente, la  puerta del cuarto seguía abierta estaba preparada para todo ingresé despacio, mi cuerpo templaban y mi respiración se entre cortaba de repente la mancha oscura, salió de la habitación a toda velocidad; como  si el que tuviera miedo fuera él, desapareciendo entre los pasadizos de  la casa, del susto tambaleé pero por reflejo me apoye en la pared evitando darme un fuerte golpe en la cabeza, las ganas de seguir a esa sombra desaparecieron y salí corriendo de la casa a despejar me un poco, era una preciosa mañana,  mis animales pastaban serenos su cálida energía me tranquilizaba.
–¿Qué cosas tas raras pueden pasar? – me dije mientras cepillaba a mi caballo; y me quedaba observando sus profundos ojos ;había perdido la noción del tiempo entonces decidí regresar a terminar con mis labores domésticas.
–¡Creo que todo fue producto de mi imaginación!
–exclamé aliviada mientras me dirigía a mi vivienda.
Habían transcurrido media hora de lo ocurrido, cuando tocaron la puerta, me asome por la ventana, las niñas  ya habían llegado de la escuela y sé encontraban almorzando.
Al abrir la puerta me encontré con  un grupo de personas cuyo semblante reflejaban preocupación, estaban liderados por el señor alcalde Hampton, quien me saludó amablemente, diciendo:
– Buenos días señora no quisiera importunar su almuerzo pero estamos buscando a un niño desaparecido. Él llegó ayer de paseo con sus padres , responde al nombre de Jean. Tiene cabellos  color castaño ,  ojos  verdes, tez blanca y acaba de cumplir los diez años de edad.
–¡Que noticia tan desagradable! – contesté apenada –  pero lamento decirles que no he visto ese pequeño niño por aquí, si de algo me entero,  no dude en que le avisaré.
–Entonces no le quito más el tiempo, seguiremos buscando por los alrededores –respondió el alcalde Hampton  mientras murmuraba: “¡toda la culpa lo tiene  los malditos Wamelt!” –,dio media vuelta y se alejó acompañado de sus tres hijos  y con el grupo de lugareños del que logré distinguir a don Julio, quien se rezagó para saludarme diciéndome alegremente: –¡salúdeme a sus preciosas hijas!. Yo le respondí, contenta:
–¡vaya con Dios don Julio espero que encuentren al niño! Levanté mi mano en señal de despedida, regalándole una cálida sonrisa hasta que el anciano y el resto de los pueblerinos se perdieron de vista.

A la mañana siguiente las cosas parecía normales  ya eran las doce del mediodía cuando después de sembrar algunas semillas de maíz ingrese a la casa  a darme un baño hacía mucho calor, recordé entonces que tenía que subir a recoger del cuarto de las niñas la ropa sucia,  al salir de esta habitación pude apreciar aquella silueta oscura que se desplazaba por las paredes del segundo piso como si recorriera la casa inspeccionando todo, lo seguí tratando de  no hacer ruido pero al llegar  al comedor  la sombra giró la cabeza intempestivamente, sentí su mirada perforando mi corazón aunque el miedo me paralizó por unos minutos opté por coger algunos adornos que estaban a mi alrededor y arrojárselos  pero el las supo esquivar moviendo su cuerpo rápidamente, por momentos me hacía señas, parecía que me  quería decir que no me haría daño.
Le seguí arrojando cuanto adorno se me cruzara, y lo perseguí por todo el segundo piso de la casa  hasta que empecé a jadear del cansancio  respirando profundamente,  me asome por las escaleras al ver que aquella sombra  se encontraba ahora en la planta inferior, el también se recuperaba de  la persecución tenía las manos sobre su cintura y el torso un poco inclinado podría escuchar su respiración acelerada.
Nos calmamos, sólo en ese momento entendí que él estaba asustado  y en verdad no quería hacerme daño, sólo sabia Dios sabría porqué estaba allí, simplemente la sombra misteriosa me hizo señas meneando sus manos con intensión de apaciguarme entonces se marchó desplazándose  por las paredes.
Le pregunte  gritando que quería de nosotras pero sólo pude percibir su tristeza, una pena que casi me sumió  en el llanto.
Las niñas que habían estado en el granero ordenando algunas cosas, al ingresar a la casa se impresionaron al ver el desorden causado por los adornos hechos trizas en el suelo, les comenté que se había  introducido un animal y al querer ahuyentarlo de la casa ocasionaron todo este desastre, no quería sobresaltarlas contándoles las verdad de lo sucedido, tal vez ese extraño ser no volvería más.
Llegada la noche nos disponíamos a dormir, cerré bien las puertas fui al cuarto de las chicas como era de costumbre para desearles buenas noches, las arropé, les di un beso en la frente a cada  una de ellas  tratando de que se relajaran y durmieran tranquilas luego me dispuse asegurar la ventana de su cuarto, sin embargo me quede observando  como la luna traviesa, dejaba pasar a través de las cortinas un poco de su pálida luz, como queriendo de alguna manera participar de los sueños de mis niñas
–¡Buenas noches  princesas!
–¡Buenas noches mami! –respondieron al unisonó.
Me dirigía  a mi cuarto sumergiéndome en mi cama había tenido un día muy agitado, llena de emociones extrañas, absorta en mis pensamientos no sé cuanto tiempo dormí hasta que me desperté al sentir ruidos que procedían del cuarto de Haydee y Lucy.
Escuche que murmuraban y reían pensé, que sólo tenían un poco de insomnio iba a entrar a regañarlas cuando escuché a Lucy preguntar inocentemente… ¿Quién es usted?
Abrí la puerta rápidamente y observé  al oscuro ser, proyectado en la pared contemplándolas apaciblemente, ellas en cambio estaban sentadas en el piso muy cerca de él, con  la intención  o curiosidad de verlo de cerca.
–¡Largo de aquí, déjalas en paz! –fue lo primero que se me ocurrió decir con voz enérgica, me abalancé  a proteger a mis hijas cubriéndolas con mis brazos, la sombra solo me  hacia señales tratándome de calmarme pero yo cerré mis ojos implorando que este ser se desvaneciera, entonces sentí una  tristeza infinita en mi cuerpo, al abrir mis ojos, la extraña aparición se había ido.
Creo que esa noche marcó un quiebre entre la siniestra silueta y nosotras. Ésta no volvió a entrar en la casa, la veía merodear por el campo, el granero o el corral, por lo que indagué su encuentro con las niñas; se había dado de manera amistosa. Habíase aparecido jugando con ellas, creando siluetas de animales. Fue en ese instante  en que los interrumpí, pero  lo que sí me sorprendió de esta escena es que mis hijas ante su presencia no mostraron ningún temor.
Los recuerdos iníciales con la sombra se alejaron con el sonar del teléfono, me aparte de la ventana para responder la llamada,–¡Alo!–  dije  cortésmente.
Un  silencio  hizo temblar mi corazón, aquel silencio del que  huía hace tanto tiempo, pero que a la vez  lo estaba esperando….
 –¡Voy por ti!, –escuche decir a aquella áspera voz, subí por las escaleras rápidamente en dirección al cuarto de mis hijas  ya no tendría tiempo de empacar tenía que escapar de allí era muy de noche, deseaba  estar en el  pueblo aunque me pareciera una  eternidad llegar allá.
Desperté a las niñas, les puse sus abrigos. Ellas me miraban asustadas pero sabían que había llegado el día.
Mi mente se inundaba de cuestionamientos ¿El dueño de esa voz estaría escondido entre la gente del pueblo vigilándome?  o ¿estaba cerca de la casa?... ,no quedaba alternativa teníamos que huir; bajamos las escaleras lo más rápido posible  de repente la puerta principal  se abrió azotándose fuertemente, él estaba aquí con su figura enorme amenazándonos, blandiendo sus puños como dos grandes martillos.
–¡Creyeron que escaparían! –gritó fuertemente, de inmediato corrió cual huracán enfurecido a tomar mi brazo sacudiéndome con furia. A penas pude gritar
 –¡niñas corran…corran!

Mi hijas aterrorizadas sólo optaron por refugiarse en una esquina de la sala los golpes azotaban mi rostro y martillaban mi cuerpo tratando de amoldarlo a su antojo, trate de defenderme desgarrando su rostro con mis uñas, sintiendo cómo sus frías y fuertes manos  cogían mi cuello hasta apretarlo con tanto odio.
Ya no  podía respirar, en ese momento  mi hija mayor corrió a defenderme se abalanzó contra aquel hombre e intentó lograr quitar sus recias manos de mi cuello, esas manos que como terribles tenazas me quitaban la vida poco a poco.
Pero aquella persona  grande y fuerte sin importarle el frágil cuerpo de Hayde, la sujetó de los hombros  estrellándola sin contemplación, contra la dura pared quedando desmayada.
Lucy desde la esquina del cuarto lloraba desoladamente que podría ser una niña de su edad ante tal cruel escena , me arrastre tratando de salir por esos escasos metros donde se encontraba la puerta principal, tenía la esperanza de pedir ayuda antes que me desmayara sólo, un fuerte golpe en mi abdomen como consecuencia de una patada me hizo retorcerme de dolor pero  el sólo escuchar  un –¡Noooooo….por favor papá…no lo hagas! 
–salir de los labios de mi pequeña Lucy, me permitió regresar  a mi cruel presente donde mi dolor por fin llegaría a su fin, me sujetó con  firmeza yo sin fuerza sentía que ese vil ser manejaba mi cuerpo como un cruel titiritero volvió  a cogerme el cuello pero esta vez con una  sola mano mientras que con la otra sacaba del bolsillo de su pantalón una pistola que luego la dirigió hacia mi frente, me encontraba impávida y aterrada, él se tomó  unos segundos para susurrarme al oído su risa macabra, que podía hacer más que esperar el sonido del metal atravesando mi piel de repente una nube negra nos envolvió hasta hacerse más solida tomando forma humana.

Era la sombra. Ingresó con fuerza arremetiendo contra aquel funesto varón tomándolo por el pecho con sus fuertes brazos, logró quitármelo de encima, el tipo cruel y la sombra comenzaron a forcejear por el arma, esta se disparo tres veces en diferentes ángulos del cuarto.
 Los golpes entre la sombra y aquel hombre continuaron por varios minutos, deteniéndose sólo cuando este ultimo  hurgó por unos segundo en el rostro del extrañó  él seguía retrocediendo gritando, colocó  su mano derecha dentro de su boca y mordió sus dedos hasta hacerlo sangrar retrocediendo, aterrorizado la sombra avanzaba hacia él y el seguía retrocediendo  diciendo frases incoherentes  y de pronto cayó muerto como si lo fulminara un rayo.
Yo que había estado observando estupefacta la escena me levanté del piso, ya podía respirar mejor, Hayde y  Lucy corrieron hacia mí seguían sollozando traté de calmarlas con caricias y besos por sus rostros.
La sombra se había quedado parada viendo  el cuerpo inerte de ese hombre  sólo a él le había revelado su identidad y sólo la muerte se llevaría su secreto.
La entidad oscura se retiro despacio caminaba cansado cruzo el umbral de la puerta principal dirigiéndose al exterior, esperaba que me embargara ese sentimiento de tristeza que acompañaba su ida, pero a pesar de su imagen apesadumbra la atmósfera que esparcía aquel adiós tácito fue de paz.
Salimos de la casa tras la sombra, sabía que todo había terminado ya no tenía que huir más las lágrimas corrieron sobre mis mejillas. La sombra con la mano izquierda hizo una señal de despedida.
Fue en ese instante que supe quien era, caí de rodillas y lloré  como una niña, ahora eran mis hijas quien con sus caricias me consolaban diciéndome:–¡Ya todo  acabo mamá!
–¡Fuiste tú siempre….siempre fuiste tú!, –exclamé  acongojada.
La sombra muda asintió  con la cabeza, aquella sombra pertenecía al hombre de quien me enamoré formando un hogar lleno de esperanza hace doce años atrás y que acababa de morir,  no solo la juventud de mi esposo se condensaba  irónicamente en esa delimitada oscuridad si no también las virtudes que  tenía antes de  que la droga y el alcohol  lo sedujeran a maltratarnos brutalmente.
De algún modo este oscuro ser que  pensaba perdido, nunca lo estuvo… se había separado de su dueño huyendo de su maldad así como huimos nosotras de él hace cuatros años atrás, y desde allí nos refugiamos de pueblo en pueblo siempre con el temor latente de ser encontradas.
Afloró un suspiro de mis temblorosos labios un susurrante… ¡gracias!
Levanté mi rostro buscando con la mirada a este ser él había partido por  el serpenteante camino colina abajo, corrimos detrás de él y gritando llena de emoción.–  ¡Te necesitamos!– mi grito desgarró el silencio y se unió  al viento quien revoloteaba nuestros cabellos como mudo testigo de nuestras vidas, la sombra se  detuvo  acercándose a nosotras como una nube negra su abrazo cálido nos envolvió por fin la paz en nuestros corazones había regresado.
Nos dirigimos a nuestro hogar subiendo el pequeño y serpenteado camino, la luna brillaba con todo su esplendor  jugueteando alegremente con su luz, proyectando nuestras inquietas sombras pero ya no eran la de tres mujeres solas. Había una cuarta… la familia estaba completa...,¡mi esposo de alguna manera había regresado!
De repente  este ser sacudió su cabeza frenéticamente y retorcía su cuerpo hasta que el dolor de su profunda oscuridad se detuvo, nos abrazamos asustadas presagiamos que algo malo y sobrenatural estaba ocurriendo, luego el  avanzó  hacia  nosotras como deseando devorarnos con su inmensa negrura, sentimos su mirada recorrer nuestro cuerpos con un escalofrió ponzoñoso que calaba nuestras sangres; comprendí entonces que la sombra al matar a su dueño no había logrado eliminar  la maldad  que lo perseguía, si no liberarla, introduciéndose en él como refugio para continuar con su retorcida venganza… ¡La maldad del que tanto huía lo habría alcanzado!


Me siento mareada creo que perdí el conocimiento por algunos minutos, atónita distingo con pavor y tristeza los cuerpos de Haydee y Lucy yaciendo inertes sobre el polvoriento camino a escasos metros de mí, lloro su pérdida; gritando al viento mi desdicha.
Las hojas de otoño que caen lentamente; cubriendo  los pequeños cuerpos de mis niñas. La luna resplandece  posando su haz de luz sobre sus tiernos rostros brindándoles  de esta manera el último adiós. De repente algo extraño llama mi atención.  Impávida  contemplo mis manos y sólo llego a ver una profunda oscuridad  que me invita a la locura, pero en medio de esta horrorosa confusión surge una tormentosa  pregunta que martillea angustiosamente mi ser… ¿Dónde está mi cuerpo?
Asustada huyo sin saber adónde ir, desde entonces vago por las colinas y los prados indagando por algo que perdí  y si algún lugareño de la zona me ve pasar por el camino serpenteante  repetirá sin cesar –¡Sólo es una sombra perdida buscando su cuerpo! mientras yo continuaré con mi triste recorrido fusionándome con el claro oscuro de los árboles.



¡Disfruta del video!..ingresando a la oscura verdad que encierra este libro.


sábado, 17 de marzo de 2012

Pueblo Viejo -Capitulo III - km.45



 Km. 45


N
i siquiera la luna en esa noche fría había salido a acariciar su rostro, sus cansados ojos seguían buscando en el infinito manto negro, una estrella que le devolviera la cálida esperanza y la sensación de que todo estaba bien, pero, solo escuchó al viento… susurrándole desolación.
Aquel hombre, de edad mediana y de cabellos canos, se encontraba parado, en medio de la solitaria carretera; esperando un encuentro que debió ocurrir hace tantos años. Sentía el peso de la culpa por lo que dejó de hacer tiempo atrás y por lo que actualmente estaba ocurriendo. Observó por un instante, sus zapatos, cubiertos de polvo, mientras seguía de manera inquieta moviendo su pie izquierdo, dibujando líneas y círculos en el suelo. Dejó de pensar  por un instante en el  tiempo, pero no podía disimular su ansiedad. ¿Cuánto más esperaría?,–  su reloj de muñeca señalaba las 11:54 pm de la noche. Sentía que el  frío calaba su cuerpo, le sudaban las manos por el nerviosismo que lo embargaba; Se abotonó el abrigo evitando que pasara el incómodo viento y… ,¡siguió esperando!.

Todo se había suscitado unos cuatro días antes, cuando, Maritza,  que había llegado recientemente a esta ciudad,  había quedado con su único hijo, Frank, de 16 años de edad, en encontrarse en una determina  agencia de transporte, para luego seguir viajando. El tenía la costumbre de viajar a las montañas, cada vez que salía de vacaciones en la escuela, esta vez, Maritza quiso acompañarlo,  pero su trabajo la retrasó, por ello, él tomó la delantera; Sonó el celular. Era Frank; el autobús en que llegaba estaba cerca y deseaba alegremente avisarle a su madre  su llegada:
–¡Aló Frank!..., ¿dónde estás, hijo?
–¡Mamá, el autobús está acelerando demasiado!… ,¡por favor deténgase tengo que bajar!– gritaba, asustado.
–¿Hijo, dónde estás? Respondió Maritza, preocupada.
–Estoy llegando a la  Av. Cooper; ahí donde nos íbamos a encontrar– replicó; Frank, alarmado
–¡Aló...Aló, hijo! –la  comunicación se cortó en ese momento.
Maritza, salió desesperada buscando el autobús que pasaría en cualquier momento. El vehículo pasó a toda marcha como si se le hubieran vaciado los frenos, y por unos segundos pudo ver a su hijo golpeando  con sus manos violentamente, la ventanilla de aquel autobús… ¡El  trataba de escapar!. Y por momentos le gritaba algo, pero era imposible escucharlo con tanto ruido del tránsito. El rostro de aquel adolescente reflejaba pánico.
En vano, la angustiada madre corrió desesperadamente tras el vehículo hasta verlo desaparecer. Buscó a un policía entre la multitud de personas que caminaban por la avenida y al  encontrarlo  lloraba desconsolada mientras decía nerviosa…  ¡Ayúdeme por favor… a mi hijo lo han secuestrado!
Las autoridades la llevaron a la comisaría más cercana. Se tomó nota de lo ocurrido y se asentó la respectiva denuncia de la desaparición del menor; luego, investigaron a la agencia de transporte, pero  informaron que ninguno de sus autobuses habían llegado a su terminal ni pasaron por la Av. Cooper, a la  hora en, que ocurrieron los hechos; más aún ninguno de sus vehículos llevaba la palabra “IMPLORA” de color rojo, en el chasis lateral, como lo había descrito la señora; Además, se preguntó a muchas personas que trabajaban cerca de la zona, si habían visto un autobús de esas características, pero nadie daba razón de aquel hecho, las autoridades advirtieron a la desconsolada madre que seguirían con las investigaciones del caso y la pondrían al tanto si tenían alguna noticia.

Pero el corazón de una madre no se queda impávida ante la menor desgracia de un hijo. Ella siguió haciendo las averiguaciones del caso de manera particular, iba seguido a la empresa de transporte en que habían acordado encontrarse, con la esperanza de ver a su hijo de regreso  o buscaba por los alrededores de la zona aquel autobús de color azul, con la palabra “IMPLORA” escrita en el misterioso vehículo. Habían pasado 14 días de la desaparición de Frank. Cansada de buscar alguna señal que le diera la esperanza de entender qué estaba sucediendo; decidió marcharse a su hotel a descansar de tanta tensión iba a salir de esa Av. caótica que sólo le traía malos recuerdos. cuando de repente mientras se secaba sus lágrimas con un suave pañuelo, se acercó a ella, una anciana, cuyos cabellos blancos brillaban como la plata; éstos estaban recogidos graciosamente por un  moño negro, en el cual se apreciaba un hermoso bordado de  flores lilas; parecía que el viento por ello no se atrevía a despeinarla, sus arrugas estaban impregnados de la experiencia de su larga vida y su mirar irradiaba ternura, llevaba en su brazo izquierdo un canasto de paja donde había acomodado diversas frutas que ofrecía a los pasajeros de aquel terminal; eso le proporcionaba algunas monedas para sobrevivir.
–¡Deja de llorar, mujer!– exclamó la anciana
–Estoy desesperada por mi hijo…
–No necesitas decírmelo–  interrumpió la anciana –te he estado observando todos estos días, vas y vienes como las olas que se pierden en el inmenso  océano…pero, no te preocupes, yo te puedo ayudar, ¡mi nombre es Evelyn!
–¿Usted,  sabe algo de la desaparición de mi hijo?
–Solo sé, que esto no tiene nada que ver con la ley de hombre, sino con la del espíritu:–Lo que le aconteció a tu hijo pertenecen a  fuerzas que no existen en el plano terrenal, si lo quieres de regreso búscalo antes de la medianoche en el km 45 de la carretera que va a “Pueblo Viejo”.
–Señora disculpe, pero usted, está hablando incoherencias...
–¡Eso es lo que murmura la gente de ti! –interrumpió la anciana, para continuar diciendo…–  sin embargo,  sabes que es verdad ,  que alguien  o algo se llevó a tu hijo, así que …,¡escúchame, mujer!...porque no tienes nada que perder al atender estos sabios consejos:
–“En ese lugar aparecerá a las 11:54 pm de la noche el autobús que buscas. No será ni un minuto antes ni un minuto después, y, se detendrá frente a ti”.
–¿Y si no se detiene?–  preguntó Maritza, mortificada.
–Será mejor que la policía me acompañe.
–¡No, mujer! …,entiende esto es un problema que tendrás que resolver  sola, si quieres volver a ver a tu hijo –gritó con energía, la anciana, mientras, sus arrugas  parecían salir de su rostro.
Su mirada ya no era dulce sino enigmática, luego prosiguió señalando enfáticamente.– El conductor le preguntará…¿Deseas subir?.Usted, no contestará la pregunta, simplemente le dirá lo siguiente…Maritza escuchaba consternada todo lo que la extraña anciana le detallaba y su rara insistencia de cumplir, paso a paso, con todo lo que le indicaba. Aunque sonara descabellado ,los días habían pasado y no tenia noticias del paradero de su hijo, realizar  lo  que la anciana le recomendaba era, su única salida.
Súbitamente sonó su celular; era Frank, gritaba
–¡Madre!... ¡Madre, ayúdame por favor, me siento débil! la llamada se cortó de nuevo.
–¡Frank, Frank..Hijo!...¡no te preocupes, te voy a encontrar!–,respondió sollozando, dirigió la mirada hacia donde la anciana le había estado platicando,  pero ésta ya no estaba allí; siguió buscándola y vio como a lo lejos se perdía entre la gente, en la convulsionada avenida. En vano trato de seguirla, decidió entonces dirigirse de inmediato al  hotel donde estaba alojada.
 Después de quince minutos llegó a su destino. Pidió las llaves, entró en la acogedora habitación, no había comido en toda la tarde, la angustia había suplantado a su apetito. Cogió su celular, titubeó un poco antes de marcar el número, su corazón empezó a latir más de lo normal.
–¡Aló !– contestó cortésmente, un hombre
–¡Aló!... ¡Te estuve llamando!…como no respondiste… te dejé un mensaje.
– Sí, lo escuché…Estaba a punto de comunicarme contigo, ¿qué es lo urgente; qué quieres decirme?. Maritza no aguantó  más y explotó en un llanto ahogado explicando al  caballero    el calvario  que estaba viviendo, concluyó diciendo.– Sabes que nunca te he pedido nada.
–¡Sí, lo sé!– contestó tristemente el hombre…¡cómo desearía que Dios me diera otra oportunidad… ¡Pero, no te  preocupes Maritza, tomaré el primer vuelo. Y estaré allí, mañana por la tarde…¡sólo te pido que no hagas nada desatinado!…!Busca el apoyo  siempre de las autoridades!
–Lo siento no puedo cruzarme de brazos. Iré al lugar que la misteriosa anciana me indicó en el km. 45 de la carretera que va a “Pueblo Viejo”.
–Maritza, por favor – suplicó el hombre.
–A tu llegada, si todo sale bien, Frank estará a mi lado.
Colgó el teléfono, respiró tranquila, recuperaría a su hijo. Estaba segura de ello, pero  tendría que dormir de este modo obtendría las fuerzas necesarias para soportar cualquier imprevisto. Se echó en la cama. Soñó que yacía sobre una nube cálida y suave hasta que el sonido de su despertador le indicó que eran las 9pm de la noche.
–¡Dios que tarde es¡;– se dijo
Se levantó buscó el abrigo perdido entre las demás ropas, que habían quedado sin colgar, en su maleta, Tomó el celular que reposaba cómodamente encima de la mesita de noche, salió rápidamente mientras bajaba la escalera del hotel, mientras dejaba las llaves en recepción se  percató que un pequeño niño de tan solo 5 años de edad le regalaba una delicada sonrisa aquella que la hizo recordar a su hijo.
–¡Habitación 301 por favor!– indicó la madre del niño al recepcionista, Maritza se acercó a ella y le dijo mientras miraba con cariño al pequeño .
–¡Cuídalo mucho! –secó sus lágrimas con sus manos, y salió presurosa de alii, para terminar subiendo a un taxi que la llevaría a la ansiada carretera.

Había transcurrido algunas horas pero por fin había llegado al lugar deseado podía divisar a escasos metros el gran cartel de forma romboide de color blanco que indicaba en grandes letras negras “ km 45”, al lado de el se encontraba vestigios de la existencia de un antiguo paradero olvidado y recubierto de oxido, el frío era intenso entumecía su accionar, pero estaba a punto de llegar, 11:53 pm  señalaba el reloj de su celular, el corazón sacudía su cuerpo pero el nerviosismo se fue diluyendo cuando a su mente le llegaron los cálidos recuerdos de cómo Frank, ingresó en su vida, recordó cómo la enfermera lo depósito con suavidad en sus cálidos brazos, mientras le decía con delicada voz…¡Es un bello hombrecito! sus mejillas rosadas y su piel blanca unido a su abundante cabello le daban un toque encantador.
Aunque extenuada por el esfuerzo de dar a luz con sus respectivas complicaciones no la detuvo para calmar el primer llanto de  pequeño que aclamaba su calor corporal, desde aquel día quedaron unidos en un lazo inquebrantable...¡Ya era mamá!
sus recuerdos fueron ahuyentados por la luz que provenía de unos faros del autobús que se acercaba a prisa doblando la curva.
–¡Todo saldrá bien susurró! –tratándose de tranquilarse.
El autobús se detuvo frente a ella, de pronto  una neblina la envolvió y la puerta del extraño vehículo se abrió lentamente, dejando ver al chofer, de aspecto fantasmal;  su mirada irradiaba venganza; Recordó, Maritza, entonces, a la misteriosa viejecita quien le había contado, que hace muchos años atrás, este bus realizaba un recorrido de “Pueblo Viejo, a la ciudad” pero lamentablemente, los pasajeros por querer llegar aprisa presionaron al conductor a ir mas rápido, en consecuencia de la negligente acción se vaciaron los frenos del vehículo cayendo al precipicio, que bordea la carretera del km.45, todos los pasajeros milagrosamente sobrevivieron, lamentablemente el único que falleció fue el chofer, desde entonces este hombre convertido en maligno ser, acecha a las pobres personas que tienen la mala suerte de toparse por su camino, ofreciéndoles transporte sin saber que solo quiere su alma, volvió en sí cuando escuchó decir al chofer que sonreía perversamente.
–¿Desea que la lleve?, preguntó cortésmente –ella, respondió calmada: –“¡Vengo por el alma de Frank!”.
–¿Y quién eres, tú para reclamarlo? –preguntó intrigado el perverso ser.
–¡Soy la única persona que después de Dios tiene derecho sobre él! –respiró  profundamente y prosiguió..¡Soy su madre! –exclamó  con energía.
–¡Suba entonces pero le advierto que este bus está maldito! –Maritza subió sin mostrar temor alguno, siguiendo paso a paso las recomendaciones de la extraña anciana y aunque notó que el interior del autobús estaban sentado por lo menos cuarenta  personas todas ellas con la mirada perdida, su aspecto horrendo por momento le hacia sentir nauseas, parecía que los habían sacados de sus ataúdes, colocándolos en esta posición con el fin de realizarle alguna broma siniestra, todos ellos se parecían entre  sí. Empezó a desesperarse  le parecía imposible identificar a su hijo.
–¡Dios  santo!… ¿dónde está? –exclamaba preocupada.
La escena era macabra, el olor a muerto se hacia más fuerte cada vez que caminaba hacia el interior del vehículo, por momentos quiso regresar pero recordó la voz de la anciana diciéndole: “Veas lo que veas, escuches lo que escuches, no pierdas tu enfoque sigue buscando a tu hijo recuerda que si no sales antes de las 12pm tu alma se quedara atrapada  en ese maldito vehiculó, el tiempo será tu peor enemigo y sobre todo no trates de llevarte nada de ese sombrío lugar”.
El tiempo se hacia eterno, trataba de acordarse de algún tipo de ropa o alguna joya que lograra identificar a su hijo,
–¡La cadena que le regalé en su cumpleaños!... siempre se lo pone …Pensó rápidamente y empezó a buscar entre los cadáveres,  una cadena de oro, con su hermoso crucifijo, sentía repulsión hurgar por el cuello putrefacto de estos seres condenados y ver aflorar gusanos que se divertían comiéndose la piel de los muertos, la desesperanza estaba a punto de consumirla.
–¡Si no es un objeto busca una marca! –retumbaba  la advertencia de la viejecita en su cabeza.
Eran las 11:57pm cuando recordó que un perro mordió a su hijo cuando tenia 10 años de edad dejándole una marca en forma de hoja en la cintura, faltaba examinar a siete  personas más, pero el tiempo se acababa, tenía que utilizar su intuición de madre para descubrir cual de ellos  era  Frank .
–¡Por favor, que sea él!– Suplicó al acercarse a uno de ellos, revisó la cintura de aquel fallecido…¡la marca estaba allí!.
–¡Cuando lo encuentres sácalo de inmediato!, pero recuerda …¡no se lleven nada más del autobús!. –Seguía acordándose de los sabios consejos de  la anciana y tenia que seguirlos al detalle si quería salir viva de ese lugar.
Cogió el cuerpo inerte de Frank; trató de arrastrarlo por algunos metros, pero ya no tenía fuerzas.
–¡Por favor hijo camina!…¡ponte de pie, reacciona¡…¡ya no puedo más!–  sus lágrimas recorrieron su rostro hasta descansar en el cuerpo putrefacto de su hijo, sólo interrumpió su ruego al oír  poner en marcha el motor del vehículo,  dejando en claro que el tiempo y la oportunidad se estaba por acabar, el extraño vehiculó seguiría su marcha pero ahora con ella, todo estaba perdido ,de pronto escuchó un cálido –¡Mamá!... Frank había vuelto a vivir su cuerpo había retomado la lozanía de la adolescencia.
–¡Levántate hijo, tenemos que salir de aquí!

Corrieron hacia la puerta del autobús y faltando unos metros de distancia se detuvieron al sentir el llanto de un bebe, dirigieron su mirada hacia aquella  criatura, observaron con espanto a una difunta mujer abrazando aun recién nacido, el pobre bebé estaba condenado al igual que su madre a sucumbir en este demoniaco lugar, ¡qué culpa tenía este inofensivo ser de aquella maligna venganza!
El impulso maternal de Maritza pudo más que las advertencias dadas y trató de arrebatar al bebé de los brazos de la madre quien a  pesar de estar muerta se aferraba a su hijo, al observar Frank el rostro desesperado de su madre, intervino  ayudándola por fin a librar al pobre bebé de la segura muerte, el pequeño lloraba desconsoladamente.
–¡El tiempo se termina!– se escuchaba decir a una macabra voz… ¡Imploren por sus vidas!
El autobús se puso en marcha, Maritza observó su reloj, marcaba las  11:59 pm desesperadamente, ella gritó…
 –¡Salta hijo, salta!–  Frank obedeció y se arrojó, cayó rodando en la polvorienta carretera, Maritza estaba a punto de saltar cuando la puerta del auto bus empezó a cerrarse parecía que la  voz de la viejecilla le susurraba al oído –¡No te lleves nada! …¡no te lleves nada! pero pensó que era producto de los nervios.

La voz tenebrosa del conductor advirtió nuevamente – “¡Recuerda que todo el que sube a este bus está maldito!”– ella con una mano empujó la puerta con toda su fuerza y saltó al vacío protegiendo al pequeño bebé con su cuerpo, rodó hasta que se detuvo en la solitaria carretera. El autobús partió velozmente con él se alejó la espesa neblina, Maritza sufrió fuertes golpes en la cabeza, adolorida se levantó lentamente, esperando que el dulce ser que protegía entre sus brazos, estuviera bien. ¡Gracias a Dios el estaba bien!, no había sufrido daño alguno.

Luego buscó el sitio exacto donde su hijo había caído, esto estaba a pocos metros de distancia, Frank se encontraba tendido boca arriba y se quejaba, angustiada corrió      hacia él, gritando su nombre.
–Estoy bien mamá aunque creo que me luxé el tobillo– contestó tratando de calmarla.
–Levántate hijo, apóyate en mi hombro ya todo pasó–  madre e hijo, después de tiempo se abrazaron y lloraron juntos, mientras contemplaban con ternura a la criatura que habían rescatado, él  les sonreía como si supiera que la paz había regresado a sus vidas; decidieron entonces ponerse en camino a casa mientras la oscuridad de esa desolada carretera los envolvía.
 Después de la espera prolongada, aquel hombre impaciente pudo divisar a  una mujer en compañía de un  joven, que cojeando, fuertemente se apoyaba en ella, dirigiéndose hacia donde él estaba.
–¡Gracias, Dios mío, ellos están juntos!… ¡Quiero decirles tantas cosas! –susurraba ansioso, pero no podía moverse, según el consejo de aquella misteriosa viejecita, quien lo abordó a la entrada de su hotel cuando se encontraba totalmente desesperado hace cuatros días atrás sin saber cómo encontrarlos…”¡Si quieres volver a verlos tendrás que ir a la carretera que va  a “Pueblo Viejo” en el km 45 y esperar a que se detengan frente a ti, no puedes por ningún motivo tocarlos  sino el contacto se perderá, tienes que llegar a las 11:59 pm allí los encontraras” , miró de nuevo impaciente su reloj de muñeca, marcaba exactamente las 11:59 pm.
–“Tengo que tener paciencia” –se decía aquel hombre alto y de contextura delgada se aferró a su  largo abrigo  de color marrón como si fuera un escudo, de improviso aquellas personas que había esperado con tanta ansiedad se detuvieron frente a él, ellos le miraban con agrado. Las lágrimas corrieron por su rostro, delante de él se encontraba la mujer que abandonó  hace 17 años atrás y a su lado aquel adolescente que lo observaba sin saber que era su…¡vivo retrato!...En ese instante una ráfaga de viento trajo a su memoria la joven imagen de Maritza suplicándole con un niño recién nacido en brazos que se quedara junto a ella, pero él en esos tiempos de inmadurez e ímpetu  prefirió  los placeres carnales  a estar atado a una vida hogareña, convertido en un ser sedentario.
De repente apareció a toda velocidad por la carretera un autobús azul en cuyo chasis lateral se leía la palabra “IMPLORA” trayendo consigo una densa neblina, una voz macabra estremeció el lugar diciendo: “¡Todos los que suben a este bus están maldito!“…¡Imploren por sus almas!” El infernal autobús se alejó dejando una nube de polvo a su paso. La mujer temblando aterrorizada le entregó aquel hombre el pequeño niño que llevaba en su brazos envuelto en una cálida manta, Luego madre e hijo se abrazaron asustados y mirándose a los ojos supieron que tenían qué hacer, prosiguieron su marcha infinita por la oscura carretera, sin rumbo fijo como si alguien o algo maligno los persiguiera.
 –¡Por favor no se vayan! –gritaba alarmado;  pero ellos ya no lo escuchaban –¡Sólo quiero decirles que me perdonen!– susurró con tristeza mientras vertía algunas lagrimas,  su alma se desgarraba amargamente por la culpa, trató de calmarse para evitar dañar al ser que ahora cobijaba en sus brazos, levantó la manta que cubría  al indefenso bebé, éste, lo miraba con tanta inocencia mientras bostezaba aletargado; sus pequeñas manitos cogían el dedo índice de aquel hombre, aferrándose a quién ahora se haría cargo de su vida, Aquel individuo triste, esbozó después de tanto tiempo una cálida sonrisa.

El manto negro del cielo, observa desde su triste oscuridad a la pálida luna que no desea iluminar aquella trágica noche, en el que el amor de una madre se abrazó al suave murmullo del viento para recuperar al hijo perdido y seguir amándolo para toda la eternidad.
El polvo del camino, una vieja autopista y el aire fresco de una noche sin estrellas, se unen como mudos testigos de dos seres  que vagando sin rumbo en una noche sin fín le conceden a este desdichado hombre….¡Una segunda oportunidad!



Querido lector si dsseas saber más del libro "Pueblo viejo" -La oscura Verdad, recuerda que esta a la venta en :  www.amazon.com
Ebook:  2.99 Dòlares
Paperback:  11.00 Dòlares
Link: http://www.amazon.com/Pueblo-Viejo-oscura-Spanish-ebook/dp/B006P2BJ9I/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1330494089&sr=1-1