domingo, 18 de marzo de 2012

Capitulo II - LA SOMBRA


LA SOMBRA


Era ya de noche y sola frente a la ventana de mi pequeña casa, contemplaba la hermosa campiña,  mientras el viento fresco corría por mi rostro y revoloteaba mis lacios cabello. Trataba de que mis recuerdos felices me llevaran lo más lejos posible de este lugar; sólo de esta manera el miedo y el dolor se desvanecería por completo, logrando descansar por unos segundos de aquellos sentimientos que me consumían. De repente me distrajo aquella sombra solitaria que caminaba por el prado: la observaba aparecer y desaparecer con el claro oscuro de los árboles. Llevaba meses deambulando por el exterior de mi casa. Al principio su presencia me asustó, pero al pasar  los días parecía que la sombra se escondía de la gente.
Había sacado  mis conclusiones de que aquella silueta oscura era la de un hombre al parecer joven, de porte atlético, pero su llegada seguía siendo un completo misterio.
El tiempo discurría dejando caer las hojas a la llegada del invierno. Había logrado que aquella misteriosa sombra tenga un trato tácito  conmigo y con mis pequeñas hijas.
Mas él no ingresaría a mi hogar y ellas no  lo molestarían ni indagarían por su llegada.
–“¡Sólo es una sombra perdida!” –me repetía, incesantemente.
Recuerdo cómo fue el primer encuentro con ese extraño ser. Era un caluroso día de enero. La vida en el campo fluía con lentitud. Las niñas se alistaban para ir a la escuela muy de mañana, como siempre las despedía desde el umbral de la puerta principal. Las veía perderse por el serpenteante camino bajando la colina que estaba matizado de abundante  vegetación, cuyo color me  indicaba que la esperanza estaba siempre cerca a mí. El pueblo donde se situaba la escuela se encontraba a siete minutos de distancia del pintoresco pueblecito con casitas  de color ocre , tejados a doble agua, poseía una plazuela central y alrededor de ella la iglesia pequeña se erguía orgullosa. Llevábamos pocos años viviendo cerca de este lugar, conocido exactamente como “Pueblo Viejo”. Felizmente los pueblerinos siempre habían sido gentiles con nosotras sobre todo con mis hijas, Hayde con su carita de rasgos muy finos, los ojos color café y cabellos lacios acababa de cumplir sus doce años, poseía una personalidad reservada en contraste con mi pequeña hija Lucy, quien con sus ocho años de edad sonreía de una manera tan pícara logrando conquistar  los corazones de los aldeanos en especial el de Don Julio quien era un amable señor, de setenta años de edad, quien siempre al verlas  le obsequia pequeñas cosas como caramelos o frutas mientras le dice alegremente –¡sean felices niñas! …¡disfruten de la vida!..  terminaba exclamando
–¡me recuerdan tanto a mis hijos cuando eran niños!.
Como todos los días, ellas,  al llegar a la última curva del camino que lleva a la escuela, voltean el  rostro en dirección hacia mí, moviendo las manitos acompasadas con el vaivén del viento para despedirse con  dulces sonrisas, esas que refrescan el alma y me hacían sentir  satisfecha de mi labor en el hogar,
Les correspondí el saludo adicionándoles un beso que sólo el aire como buen mensajero haría llegar a su destino.
–¡Espero que tengan un buen día! –exclamé alegremente.
Al cerrar la puerta me esperaban la cotidianas labores del hogar lavar platos, ropa, limpiar los cuartos, preparar la comida, ordeñar a las vacas y con ella elaborar el queso que vendería en el pequeño pueblo; con este trabajo no ganaba mucho en contraste con el sueldo de abogada que percibía en la gran ciudad, pero era lo suficiente para vivir cómodamente.
De repente mientras tendía la cama sentí que alguien me observaba. Esa extraña sensación que  empieza como un cosquilleo en la nuca, gire la cabeza rápidamente no había nada seguí extendiendo la sábanas para cubrir el amplio colchón de dos plazas donde yo dormía, de repente la misma sensación el mismo reflejo de voltear rápidamente y no encontrar nada más que la fría y húmeda pared.
–¡Me estoy imaginando cosas!– exclamé sorprendida.
Prendí la radio, –¡un poco de música me ayudará a relajarme!–  dije para calmar mis nervios; baile una romántica canción y cerré los ojos para concentrarme en la letra mientras giraba acompasadamente, pero  al abrir mis ojos caí al suelo  me encontraba aterrorizada y sin emitir ningún sonido, vi parado ante mí una sombra era la de un hombre de porte  atlético por impulso nuevamente mire hacia atrás para ver de dónde provenía, pero no había nadie no sé cómo me levante y salí del cuarto espantada busque algo para defenderme y haciéndome de una escoba regrese en dirección al dormitorio
–¡No sé que será eso, pero tendrá que irse!–  me decía mientras me acercaba lentamente, la  puerta del cuarto seguía abierta estaba preparada para todo ingresé despacio, mi cuerpo templaban y mi respiración se entre cortaba de repente la mancha oscura, salió de la habitación a toda velocidad; como  si el que tuviera miedo fuera él, desapareciendo entre los pasadizos de  la casa, del susto tambaleé pero por reflejo me apoye en la pared evitando darme un fuerte golpe en la cabeza, las ganas de seguir a esa sombra desaparecieron y salí corriendo de la casa a despejar me un poco, era una preciosa mañana,  mis animales pastaban serenos su cálida energía me tranquilizaba.
–¿Qué cosas tas raras pueden pasar? – me dije mientras cepillaba a mi caballo; y me quedaba observando sus profundos ojos ;había perdido la noción del tiempo entonces decidí regresar a terminar con mis labores domésticas.
–¡Creo que todo fue producto de mi imaginación!
–exclamé aliviada mientras me dirigía a mi vivienda.
Habían transcurrido media hora de lo ocurrido, cuando tocaron la puerta, me asome por la ventana, las niñas  ya habían llegado de la escuela y sé encontraban almorzando.
Al abrir la puerta me encontré con  un grupo de personas cuyo semblante reflejaban preocupación, estaban liderados por el señor alcalde Hampton, quien me saludó amablemente, diciendo:
– Buenos días señora no quisiera importunar su almuerzo pero estamos buscando a un niño desaparecido. Él llegó ayer de paseo con sus padres , responde al nombre de Jean. Tiene cabellos  color castaño ,  ojos  verdes, tez blanca y acaba de cumplir los diez años de edad.
–¡Que noticia tan desagradable! – contesté apenada –  pero lamento decirles que no he visto ese pequeño niño por aquí, si de algo me entero,  no dude en que le avisaré.
–Entonces no le quito más el tiempo, seguiremos buscando por los alrededores –respondió el alcalde Hampton  mientras murmuraba: “¡toda la culpa lo tiene  los malditos Wamelt!” –,dio media vuelta y se alejó acompañado de sus tres hijos  y con el grupo de lugareños del que logré distinguir a don Julio, quien se rezagó para saludarme diciéndome alegremente: –¡salúdeme a sus preciosas hijas!. Yo le respondí, contenta:
–¡vaya con Dios don Julio espero que encuentren al niño! Levanté mi mano en señal de despedida, regalándole una cálida sonrisa hasta que el anciano y el resto de los pueblerinos se perdieron de vista.

A la mañana siguiente las cosas parecía normales  ya eran las doce del mediodía cuando después de sembrar algunas semillas de maíz ingrese a la casa  a darme un baño hacía mucho calor, recordé entonces que tenía que subir a recoger del cuarto de las niñas la ropa sucia,  al salir de esta habitación pude apreciar aquella silueta oscura que se desplazaba por las paredes del segundo piso como si recorriera la casa inspeccionando todo, lo seguí tratando de  no hacer ruido pero al llegar  al comedor  la sombra giró la cabeza intempestivamente, sentí su mirada perforando mi corazón aunque el miedo me paralizó por unos minutos opté por coger algunos adornos que estaban a mi alrededor y arrojárselos  pero el las supo esquivar moviendo su cuerpo rápidamente, por momentos me hacía señas, parecía que me  quería decir que no me haría daño.
Le seguí arrojando cuanto adorno se me cruzara, y lo perseguí por todo el segundo piso de la casa  hasta que empecé a jadear del cansancio  respirando profundamente,  me asome por las escaleras al ver que aquella sombra  se encontraba ahora en la planta inferior, el también se recuperaba de  la persecución tenía las manos sobre su cintura y el torso un poco inclinado podría escuchar su respiración acelerada.
Nos calmamos, sólo en ese momento entendí que él estaba asustado  y en verdad no quería hacerme daño, sólo sabia Dios sabría porqué estaba allí, simplemente la sombra misteriosa me hizo señas meneando sus manos con intensión de apaciguarme entonces se marchó desplazándose  por las paredes.
Le pregunte  gritando que quería de nosotras pero sólo pude percibir su tristeza, una pena que casi me sumió  en el llanto.
Las niñas que habían estado en el granero ordenando algunas cosas, al ingresar a la casa se impresionaron al ver el desorden causado por los adornos hechos trizas en el suelo, les comenté que se había  introducido un animal y al querer ahuyentarlo de la casa ocasionaron todo este desastre, no quería sobresaltarlas contándoles las verdad de lo sucedido, tal vez ese extraño ser no volvería más.
Llegada la noche nos disponíamos a dormir, cerré bien las puertas fui al cuarto de las chicas como era de costumbre para desearles buenas noches, las arropé, les di un beso en la frente a cada  una de ellas  tratando de que se relajaran y durmieran tranquilas luego me dispuse asegurar la ventana de su cuarto, sin embargo me quede observando  como la luna traviesa, dejaba pasar a través de las cortinas un poco de su pálida luz, como queriendo de alguna manera participar de los sueños de mis niñas
–¡Buenas noches  princesas!
–¡Buenas noches mami! –respondieron al unisonó.
Me dirigía  a mi cuarto sumergiéndome en mi cama había tenido un día muy agitado, llena de emociones extrañas, absorta en mis pensamientos no sé cuanto tiempo dormí hasta que me desperté al sentir ruidos que procedían del cuarto de Haydee y Lucy.
Escuche que murmuraban y reían pensé, que sólo tenían un poco de insomnio iba a entrar a regañarlas cuando escuché a Lucy preguntar inocentemente… ¿Quién es usted?
Abrí la puerta rápidamente y observé  al oscuro ser, proyectado en la pared contemplándolas apaciblemente, ellas en cambio estaban sentadas en el piso muy cerca de él, con  la intención  o curiosidad de verlo de cerca.
–¡Largo de aquí, déjalas en paz! –fue lo primero que se me ocurrió decir con voz enérgica, me abalancé  a proteger a mis hijas cubriéndolas con mis brazos, la sombra solo me  hacia señales tratándome de calmarme pero yo cerré mis ojos implorando que este ser se desvaneciera, entonces sentí una  tristeza infinita en mi cuerpo, al abrir mis ojos, la extraña aparición se había ido.
Creo que esa noche marcó un quiebre entre la siniestra silueta y nosotras. Ésta no volvió a entrar en la casa, la veía merodear por el campo, el granero o el corral, por lo que indagué su encuentro con las niñas; se había dado de manera amistosa. Habíase aparecido jugando con ellas, creando siluetas de animales. Fue en ese instante  en que los interrumpí, pero  lo que sí me sorprendió de esta escena es que mis hijas ante su presencia no mostraron ningún temor.
Los recuerdos iníciales con la sombra se alejaron con el sonar del teléfono, me aparte de la ventana para responder la llamada,–¡Alo!–  dije  cortésmente.
Un  silencio  hizo temblar mi corazón, aquel silencio del que  huía hace tanto tiempo, pero que a la vez  lo estaba esperando….
 –¡Voy por ti!, –escuche decir a aquella áspera voz, subí por las escaleras rápidamente en dirección al cuarto de mis hijas  ya no tendría tiempo de empacar tenía que escapar de allí era muy de noche, deseaba  estar en el  pueblo aunque me pareciera una  eternidad llegar allá.
Desperté a las niñas, les puse sus abrigos. Ellas me miraban asustadas pero sabían que había llegado el día.
Mi mente se inundaba de cuestionamientos ¿El dueño de esa voz estaría escondido entre la gente del pueblo vigilándome?  o ¿estaba cerca de la casa?... ,no quedaba alternativa teníamos que huir; bajamos las escaleras lo más rápido posible  de repente la puerta principal  se abrió azotándose fuertemente, él estaba aquí con su figura enorme amenazándonos, blandiendo sus puños como dos grandes martillos.
–¡Creyeron que escaparían! –gritó fuertemente, de inmediato corrió cual huracán enfurecido a tomar mi brazo sacudiéndome con furia. A penas pude gritar
 –¡niñas corran…corran!

Mi hijas aterrorizadas sólo optaron por refugiarse en una esquina de la sala los golpes azotaban mi rostro y martillaban mi cuerpo tratando de amoldarlo a su antojo, trate de defenderme desgarrando su rostro con mis uñas, sintiendo cómo sus frías y fuertes manos  cogían mi cuello hasta apretarlo con tanto odio.
Ya no  podía respirar, en ese momento  mi hija mayor corrió a defenderme se abalanzó contra aquel hombre e intentó lograr quitar sus recias manos de mi cuello, esas manos que como terribles tenazas me quitaban la vida poco a poco.
Pero aquella persona  grande y fuerte sin importarle el frágil cuerpo de Hayde, la sujetó de los hombros  estrellándola sin contemplación, contra la dura pared quedando desmayada.
Lucy desde la esquina del cuarto lloraba desoladamente que podría ser una niña de su edad ante tal cruel escena , me arrastre tratando de salir por esos escasos metros donde se encontraba la puerta principal, tenía la esperanza de pedir ayuda antes que me desmayara sólo, un fuerte golpe en mi abdomen como consecuencia de una patada me hizo retorcerme de dolor pero  el sólo escuchar  un –¡Noooooo….por favor papá…no lo hagas! 
–salir de los labios de mi pequeña Lucy, me permitió regresar  a mi cruel presente donde mi dolor por fin llegaría a su fin, me sujetó con  firmeza yo sin fuerza sentía que ese vil ser manejaba mi cuerpo como un cruel titiritero volvió  a cogerme el cuello pero esta vez con una  sola mano mientras que con la otra sacaba del bolsillo de su pantalón una pistola que luego la dirigió hacia mi frente, me encontraba impávida y aterrada, él se tomó  unos segundos para susurrarme al oído su risa macabra, que podía hacer más que esperar el sonido del metal atravesando mi piel de repente una nube negra nos envolvió hasta hacerse más solida tomando forma humana.

Era la sombra. Ingresó con fuerza arremetiendo contra aquel funesto varón tomándolo por el pecho con sus fuertes brazos, logró quitármelo de encima, el tipo cruel y la sombra comenzaron a forcejear por el arma, esta se disparo tres veces en diferentes ángulos del cuarto.
 Los golpes entre la sombra y aquel hombre continuaron por varios minutos, deteniéndose sólo cuando este ultimo  hurgó por unos segundo en el rostro del extrañó  él seguía retrocediendo gritando, colocó  su mano derecha dentro de su boca y mordió sus dedos hasta hacerlo sangrar retrocediendo, aterrorizado la sombra avanzaba hacia él y el seguía retrocediendo  diciendo frases incoherentes  y de pronto cayó muerto como si lo fulminara un rayo.
Yo que había estado observando estupefacta la escena me levanté del piso, ya podía respirar mejor, Hayde y  Lucy corrieron hacia mí seguían sollozando traté de calmarlas con caricias y besos por sus rostros.
La sombra se había quedado parada viendo  el cuerpo inerte de ese hombre  sólo a él le había revelado su identidad y sólo la muerte se llevaría su secreto.
La entidad oscura se retiro despacio caminaba cansado cruzo el umbral de la puerta principal dirigiéndose al exterior, esperaba que me embargara ese sentimiento de tristeza que acompañaba su ida, pero a pesar de su imagen apesadumbra la atmósfera que esparcía aquel adiós tácito fue de paz.
Salimos de la casa tras la sombra, sabía que todo había terminado ya no tenía que huir más las lágrimas corrieron sobre mis mejillas. La sombra con la mano izquierda hizo una señal de despedida.
Fue en ese instante que supe quien era, caí de rodillas y lloré  como una niña, ahora eran mis hijas quien con sus caricias me consolaban diciéndome:–¡Ya todo  acabo mamá!
–¡Fuiste tú siempre….siempre fuiste tú!, –exclamé  acongojada.
La sombra muda asintió  con la cabeza, aquella sombra pertenecía al hombre de quien me enamoré formando un hogar lleno de esperanza hace doce años atrás y que acababa de morir,  no solo la juventud de mi esposo se condensaba  irónicamente en esa delimitada oscuridad si no también las virtudes que  tenía antes de  que la droga y el alcohol  lo sedujeran a maltratarnos brutalmente.
De algún modo este oscuro ser que  pensaba perdido, nunca lo estuvo… se había separado de su dueño huyendo de su maldad así como huimos nosotras de él hace cuatros años atrás, y desde allí nos refugiamos de pueblo en pueblo siempre con el temor latente de ser encontradas.
Afloró un suspiro de mis temblorosos labios un susurrante… ¡gracias!
Levanté mi rostro buscando con la mirada a este ser él había partido por  el serpenteante camino colina abajo, corrimos detrás de él y gritando llena de emoción.–  ¡Te necesitamos!– mi grito desgarró el silencio y se unió  al viento quien revoloteaba nuestros cabellos como mudo testigo de nuestras vidas, la sombra se  detuvo  acercándose a nosotras como una nube negra su abrazo cálido nos envolvió por fin la paz en nuestros corazones había regresado.
Nos dirigimos a nuestro hogar subiendo el pequeño y serpenteado camino, la luna brillaba con todo su esplendor  jugueteando alegremente con su luz, proyectando nuestras inquietas sombras pero ya no eran la de tres mujeres solas. Había una cuarta… la familia estaba completa...,¡mi esposo de alguna manera había regresado!
De repente  este ser sacudió su cabeza frenéticamente y retorcía su cuerpo hasta que el dolor de su profunda oscuridad se detuvo, nos abrazamos asustadas presagiamos que algo malo y sobrenatural estaba ocurriendo, luego el  avanzó  hacia  nosotras como deseando devorarnos con su inmensa negrura, sentimos su mirada recorrer nuestro cuerpos con un escalofrió ponzoñoso que calaba nuestras sangres; comprendí entonces que la sombra al matar a su dueño no había logrado eliminar  la maldad  que lo perseguía, si no liberarla, introduciéndose en él como refugio para continuar con su retorcida venganza… ¡La maldad del que tanto huía lo habría alcanzado!


Me siento mareada creo que perdí el conocimiento por algunos minutos, atónita distingo con pavor y tristeza los cuerpos de Haydee y Lucy yaciendo inertes sobre el polvoriento camino a escasos metros de mí, lloro su pérdida; gritando al viento mi desdicha.
Las hojas de otoño que caen lentamente; cubriendo  los pequeños cuerpos de mis niñas. La luna resplandece  posando su haz de luz sobre sus tiernos rostros brindándoles  de esta manera el último adiós. De repente algo extraño llama mi atención.  Impávida  contemplo mis manos y sólo llego a ver una profunda oscuridad  que me invita a la locura, pero en medio de esta horrorosa confusión surge una tormentosa  pregunta que martillea angustiosamente mi ser… ¿Dónde está mi cuerpo?
Asustada huyo sin saber adónde ir, desde entonces vago por las colinas y los prados indagando por algo que perdí  y si algún lugareño de la zona me ve pasar por el camino serpenteante  repetirá sin cesar –¡Sólo es una sombra perdida buscando su cuerpo! mientras yo continuaré con mi triste recorrido fusionándome con el claro oscuro de los árboles.



¡Disfruta del video!..ingresando a la oscura verdad que encierra este libro.


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